“La intención es una fuerza poderosa. No es tu voluntad, es más como una corriente de energía magnética enfocada que te lleva hacia lo que deseas crear. No la puedes comandar, pero la puedes iniciar, la puedes invitar y luego prepararte para su accionar en tu vida”
Heather Ash, chamana de la tradición Nagual
La intención conciente es la herramienta fundamental con que contamos los seres humanos para crear nuestras vidas.
¿Que es la intención? LA INTENCIÓN ES CONCIENCIA FOCALIZADA.
Es consciencia expresándose a través de una información precisa. Mientras más clara es la intención más precisa es la información que expresa. Esa información afecta los campos de energía y si es sostenida en el tiempo con firmeza y claridad se manifiesta en la materia.
La activación de tu capacidad de crear con conciencia, se produce a través de tu intención conciente.
La intención opera “aparentemente” como una varita mágica que alinea las infinitas posibilidades del universo para manifestar tus sueños y deseos.
¿Por qué hablo de intención conciente? Porque nosotros ya estamos creando permanentemente nuestra realidad a través de la intención, sin saberlo, en forma no conciente. Y por lo tanto creamos una realidad que no sólo no siempre nos gusta, sino que además creemos estar a merced de las circunstancias que nosotros mismos hemos creado sin saberlo.
Verdaderamente sólo estamos a merced de nuestras creencias y expectativas. Si lo que nos rodea no nos gusta deberíamos examinarlas con cuidado y modificarlas.
Vivimos en un mar de energía.
Nuestros pensamientos, emociones e intenciones, concientes o no, son energía con dirección. Por tanto direccionan la energía que nos rodea produciendo oleajes, afectándola y modificándola siempre.
Cuando nos concentramos en algo con intensidad o durante lapsos prolongados es más fácil que lo veamos manifestado con mayor celeridad. Estamos direccionando más claramente a la energía. Podríamos decir que: obtenemos aquello en lo que nos concentramos. Por lo tanto si algo no nos gusta en nuestra realidad deberíamos dejar de enfocarnos en ello. Generalmente hacemos todo lo contrario y le damos vueltas y vueltas en nuestras mentes a los problemas o a lo que juzgamos negativo en el planeta. Esto paradójicamente es hacer una contribución para que se consoliden.
La intención es el elemento que “mueve montañas” ya que dirige a la energía.
En metafísica se enseña que cuando se desea manifestar algo es necesario hacerlo en armonía para con todos los involucrados. Esto se explica porque cuando alguien emite una intención que no es armoniosa con la intención generada por otro, se produce un patrón de interferencia energético y se produce una distorsión de las energías emitidas.
¿Por qué nos es tan difícil ver nuestro rol en la manifestación de nuestra experiencia? ¿Por qué nos parece que no tenemos ningún control sobre lo que nos ocurre?
Porque nuestras intenciones no son en general claras y directas.
Tenemos muchos pensamientos contradictorios. Cuando tenemos la intención de lograr algo, emitimos esa intención al Universo. Sin embargo en muchos casos luego nos asalta la duda o el miedo y emitimos el concepto de que no podremos lograrlo, de que es muy difícil, de que aparecerán muchas dificultades para vencer, de que no nos somos suficientemente capaces, o habilidosos.
En otros casos nuestras intenciones son demasiado fugaces, cambiamos de ideas tan rápidamente que no damos posibilidad a su manifestación.
De esta manera generamos nuestros propios patrones de interferencia. Interferimos con nosotros mismos.
Ya no es solamente interferencia con las intenciones de los demás, sino interferencia con nosotros mismos.
Esta es una de las razones fundamentales por las que es importante limpiar nuestros sistemas de creencias de viejos patrones adquiridos consciente o inconscientemente, y que ya no nos son útiles.
Muchos de estos patrones tal vez nos sirvieron es otras etapas pero ya no nos son útiles porque ya no nos expresan auténticamente, están interfiriendo con nuestros deseos más profundos.
Todo lo vivo está en constante movimiento y cambio. Hoy somos seguramente algo diferentes de lo que fuimos ayer. La experiencia nos modifica.
Los sistemas de creencias que forman nuestra estructura mental, nuestra forma de ver el mundo van creciendo; y en la medida en que crecen aparece mayor probabilidad de que las nuevas creencias incorporadas entren en cortocircuito con las más antiguas. En general las más antiguas no han sido elegidas conscientemente por nosotros, muchas son patrones familiares, ancestrales, sociales o culturales. En general ni siquiera somos conscientes de que están allí.
Incorporamos nuevas ideas sin borrar previamente “el cassette mental”. Entonces cuando intencionamos algo desde nuestra “nueva forma de pensar”, los viejos patrones aún presentes empiezan a pincharnos generando dudas, miedos y conflictos internos. Acontece entonces una especie de lucha interior entre diferentes aspectos que conforman nuestra identidad.
Esto tiene una función positiva, ya que nos obliga a pasar las nuevas ideas por filtros éticos por ejemplo, nos obliga a buscar coherencia interna. Sin embargo algunas de nuestras antiguas creencias son bastante fundamentalistas y cerradas y pueden entorpecer fuertemente nuestro avance en la vida. Es por esto que debemos elegir concientemente con cuales nos quedamos y a cuales queremos dejar ir.
Las intenciones resultantes de los sistemas de creencias compartidos por la mayoría de los seres humanos a escala masiva, producen la “realidad” que compartimos.
Las intenciones individuales, en interacción con las masivas, producen las experiencias personales
Cuando enviamos una intención al universo, estamos creando un movimiento energético. Estamos poniendo en movimiento una cadena de eventos que la harán presente en nuestra experiencia.
Por supuesto si nos cuesta creer que esa manifestación es posible, o que no la merecemos estaremos creando patrones de interferencia y alejando la posibilidad de la plena manifestación de nuestro deseo o intención.
Patricia Sahade